Juegos de mesa, componentes y valor agregado

Esta semana tuve una pequeña y amistosa discusión con nuestros compañeros de Mariachi Meeple (el podcast en el que los editores de La Matatena participamos). Estuvimos hablando de las nominaciones y premios que varios juegos han recibido en el último año. Y hablamos de los componentes de los mismos.

A la mayoría de los jugadores les encanta tener piezas bonitas y componentes de calidad en sus juegos. De alguna manera, muchos jugadores son también coleccionistas. Y nos gusta coleccionar cosas bonitas. Sobre todo en medios tan táctiles como son los juegos de mesa.

Hay varios ejemplos que me vienen a la mente de juegos con gran calidad de producción. The Gallerist (2015) de Vital Lacerda es uno de ellos. Blood Rage (2015) es otro ejemplo de la tendencia de los juegos híbridos (eurotrash o juegos con mecánicas euro y elementos de ameritrash), como también lo es Scythe (2016). Juegos que, aún verte no lo necesiten, tienen miniaturas o elementos más del lado del estilo americano de juegos de mesa.

Blood Rage, componentes

Cartón grueso, piezas especiales de madera, miniaturas, monedas de metal. Es genial jugar en esta época.

Me atrevería a decir que una de las grandes influencias en esto es Kickstarter. Ya hablamos de la importancia de Kickstarter en la industria de los juegos de mesa, pero algo que no dijimos aquella vez es otro impacto que tiene. No se trata sólo de ser un flujo de ideas nuevas a la industria. No es sólo apoyar editoriales y diseñadores independientes. Ni siquiera es cómo ha ayudado a promover el hobby fuera de nuestros círculos. Kickstarter ha impactado muchísimo el estándar de calidad de los componentes en juegos de mesa.

Debido a las stretch goals, a la competencia, a que los usuarios lo piden y algunas otras razones, los juegos publicados en Kickstarter han alzado los estándares de producción en cuanto a componentes a un nivel inesperado. Después de que esto sucedió, los jugadores empezaron a esperar la misma calidad en juegos «normales»; juegos publicados sin fondos por delante, sin stretch goals ni apoyo de Kickstarter.

Hagamos un ejercicio sencillo. Toma cualquier juego publicado antes de 2010 y compáralo con cualquiera publicado hoy en día. Seguramente notarás la diferencia.

¿Hay piezas de madera especiales en juegos de 2010? ¿Meeples personalizados, figuras que vayan más allá de discos y cubos? ¿Que tal en los juegos publicados en 2015 o 2016? Hasta las nuevas ediciones de Agricola tienen animeeples en lugar de cubos.

Intenta encontrar miniaturas en un juego de 2010. En cambio los juegos que salen hoy en día tienen más y más miniaturas; Blood Rage y Scythe son algunos ejemplos, pero más y más juegos las tienen aunque no sean «juegos de miniaturas» como tal.

¿Dados personalizados? Hoy en día los encontramos en muchos juegos. Roll for the Galaxy (2014) quizás sea el ejemplo más grande. Pero pequeños juegos, como Oaxaca (2017) de Undine Studios también lo han hecho posible.

Quizás uno de los cambios más grandes haya sido en la manera de llevar el dinero. Hasta hace pocos años el dinero de papel era común en algunos juegos y aquellos que tenían monedas de cartón eran considerados «de alta calidad». Hoy en día hay muchos juegos que ofrecen monedas de plástico y de metal en ellos. No es lo más común, pero estamos a poco de que las monedas de metal sean estándar en la industria.

Pero con estas mejoras en producción se vienen altos costos de producción y precios más altos para el consumidor. Incluso aunque el mercado está creciendo (y lo hace a grandes pasos), los precios de los juegos se mantienen; o incluso suben. Uno esperaría que las editoriales ofrecerían mejores precios porque imprimen más y más juegos, pero es algo que no está sucediendo. De hecho, todo parece ir en el sentido contrario.

Santorini

Aquí también se suman varios casos de sobreproducción que hacen que los juegos suban mucho de precio. Santorini (2017), el hermoso juego de Roxley Games, es un gran ejemplo. Un abstracto relativamente sencillo que tiene una producción espectacular. Y esto aumenta su precio. Muchísimo. Sobre todo tomando en cuenta la sencillez del juego.

Y en el otro lado hay grandes juegos que han sido vapuleados por la calidad de su producción. El nominado al Kennerspiel, Terraforming Mars (2016) es el ejemplo más moderno. Su diseño gráfico y la calidad de sus componentes abaratan el juego. Con un precio de lista de $69 USD, está 10 dólares por debajo del precio de lista de juegos como Mage Knight (2011) o Scythe.

Terraforming Mars ha sido criticado por la calidad de los tableros de jugador, la calidad de sus componentes y su diseño gráfico. Y aunque es un gran juego y sus credenciales lo avalan, los jugadores evaluamos también el elemento táctil a la hora de jugar. Si bien es cierto que lo que uno paga en un juego de mesa es su diseño; al ser una especie de arte-objeto, esperamos más de los mismos. Y la tendencia no parece parar. Sólo basta ver que en el top 10 de juegos de BGG, encontramos 4 que tienen alguna especie de miniatura.

A mi manera de verlo es emocionante. Me gustaría ver juegos de buena calidad; pero no quiere decir que busque juegos sobreproducidos. Espero que las editoriales puedan equilibrar la calidad de producción con la calidad su juego. El mercado ha cambiado mucho en los últimos años y las expectativas están ahí. Sólo nos podemos preguntar qué es lo que sigue.

¿Qué creen ustedes? ¿Esperan gran calidad en los componentes de un juego? ¿Creen que un gran juego pueda perder valor ante sus ojos debido a mala calidad de componentes? ¿Un juego mediocre puede ser mejorado a punta de componentes?

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